"¿Quien da al niño los jueguetes sino el adulto? Y si bien el niño tendrá la libertad de rechazar las cosas, no poco de los juguetes más antiguos (pelotas, aros, molinetes de plumas, barriles) le habrán sido impuestos, por decirlo así, con enseres de culto que sólo más tarde se transformaron en jueguetes; gracias a la fuerza con que afectaban la imaginación, se prestaban por cierto a partir de ello". (P91).
"El oscuro afán de reiteración no es menos poderoso ni menos astuto en el juego, que el impulso sexual en el amor. No en vano creia Freud haber descubierto en él un "más allá del principio del placer". En efecto, toda vivencia profunda busca insaciablemente hasta el final repetición y retorno, busca el restablecimiento de la situación primitiva que la originó. "Todo podría lograrse a la perfección, si las cosas pudieran realizarse dos veces"; el niño procede de acuerdo con este verso de Gohete. Pero para él no han de ser dos veces, sino una y otra vez, cien, mil veces. Esto no sólo es la manera de reelaborar las experiencias primitivamente terrorifícas sino también la de gozar una y otra vez, y del modo más intenso, de triunfos y victorias. El adulto libera su corazón del temor y disfruta nuevamente de su dicha, cuando habla de ellos. El niño los recrea, vuelve a empezar. La esencia del jugar no es "hacer cuenta de que"... sino un "hacer una y otra vez, la transformación de la vivencia más emocionante en un hábito" (p. 94)
"Un poeta moderno dice que para cada hombre existe una imagen cuya contemplación le hace olvidarse del mundo entero: ¿Cuántos no la encontrarán en una vieja caja de juguetes?" (p94)